¿Cuantas historias no conocemos de que el hijo o la hija salieron igual que sus padres, que por más que sufrían de pequeños cuando maltrataban a su mamá, terminaron ellos maltratando también a sus seres queridos?
Romper el patrón con el que creciste es un reto de amor, así hayas crecido en la mejor o en la peor familia, el hecho de mejorar a tus hijos lo que tu viviste haya sido bueno, medio bueno o medio malo, es un acto de amor incondicional.
Hace un tiempo una persona que por cuestiones de la vida nuestros destinos se juntaron me dijo: “Te admiro por haber hecho lo que yo no pude hacer, tú si pudiste romper el patrón con el que viviste y yo en dos oportunidades no lo logré romper”.
Uno como padre tiene dos opciones: irte por lo conocido sin esforzarte ni luchar, o aferrarte al amor incondicional, de una personita que empieza su vida en cero, su libro en blanco y luchar en contra de las probabilidades, y vivir con ella/el, lo que te hubiera gustado vivir a ti.
Un padre de familia una vez dijo: “Así me toco ser, así me hicieron, yo intenté ser mejor que mis papás”. Difiero completamente, lo que hayas vivido no justifica tu persona, es lo que tu haces con lo que viviste que hace quien eres. Tus papás te forman, pero hay un punto en tu vida en el que tu puedes tomar distancia, reconocer y apreciar lo bueno y lo malo, lo sano y lo enfermizo, lo mejor y lo peor.
Ahora como mamá yo puedo decir; Es mentira cuando dicen que ‘nadie te enseña a ser papá/mamá’, tus maestros son tus hijos, ellos te enseñan a ser papá/mamá y tu les enseñas a ellos a ser buenos hijos, buenos humanos, niños felices, adultos responsables. Y siempre, siempre, tienes una opción, por más tarde o temprano que sea,mientras estamos vivos, siempre tienes una opción.
Yo decidí ser mamá, le pedí a todos los santos, a todas las ciencias y a todos los mitos urbanos (literal jajaja), que me tocara una niña y me la concedieron. Decidí que iba a darle la mejor vida que pudiera darle, (y no me refiero a lo económico)me refiero a ‘estar’. A dedicarme a conocerla, a jugar con ella, a divertirnos juntas, a entregarle mi tiempo y mi ser; a hacerla feliz sin consentirla de más, a darle todo de mi sin incluir lo material, a enseñarla a vivir y a ver la vida con felicidad. A veces con todo lo que tenemos juntas se me escapa una que otra lagrima de felicidad, de emoción, de saber que le estoy dando lo que a mi me hubiera encantado tener y con eso, solo con eso sé y confirmo por mi misma, sin que terceras personas me lo digan, ‘rompí el patrón’, y aunque como en todo a veces haya momentos difíciles, siempre hay tiempo para reflexionar y reforzar esos detalles que no nos gusten de nosotros.
Porque es verdad cuando dicen que el futuro está en los niños, en las nuevas generaciones…lo que quiere decir que está también en los papás de esos niños el futuro. Si haces niños felices, tienes adultos sanos, si haces niños educados, tienes adultos comprometidos, si haces niños con valores, tienes adultos honorables. Pero, si tu le enseñas a tus hijos a hacer trampa, a que poner ‘diablito’ porque como todos lo ponen no esta mal y a más cosas así por el estilo…estarás creando un adulto poco ético y corrupto. Así que, el futuro está en las nuevas generaciones, en la educación y en el crecimiento que les den los papás a las nuevas generaciones. Eso es lo más valioso que le puedes dejar al mundo, un adulto responsable, honorable y comprometido.
La pregunta que tanto suena de ¿que mundo les dejas a tus hijos? podría también revertirse a ¿que hijos le dejas al mundo?