Con el segundo hij@ creemos que nada nos tomará por sorpresa, pues ya tuvimos la transición más difícil con el primero -volvernos mamás-. Y si, la realidad es que en cuanto a bebés/niños la experiencia lo es todo, ya no tienes miedo a cargarlo, moverlo,cambiarlo…ya te atreves hasta a manipularlo como pediatra (o quizás no tanto si tu pediatra es de los que los domina como si fueran pollos jajaja)
Ya tienes el tempra, la pera y el espaven junto a tu cama, listos para usarse al minuto uno que lo puedas necesitar. Dejaste la mercadotecnia y las compras de primeriza a un lado, para tener exclusivamente lo que se necesita, lo que realmente usaste con tu primero.
Y si, es que la vida con el segundo te la haces lo más simple y sencilla que puedas…porque tienes tu corazón latiendo más fuerte, de saber que hay dos personitas muuuuy especiales, que una llegó primero y te entregaste completamente a ell@, que conoce su vida de una manera, la manera que tu crees es lo mejor para ell@, y otra personita especial llegó después, después de que ya tenías una historia, una vida, y ya eras una mamá.
Al segundo no le toca tu transformación de -ser persona- a -ser mamá-, y eso es un punto a favor de la facilidad. Aún así, le toca una no tan drástica transformación, de ser mamá de uno a ser mamá de dos.
Y ser mamá de dos…ya sabes lo primero que se viene a la mente las frases más frecuentes “el amor no se divide, se multiplica” y pues, técnicamente si se multiplica el amor, pero… ¡ojalá el día se pudiera multiplicar también! y que hicieran un día de 48 horas jajaja. Imagínate entonces, una mamá que se multiplica…su estado diario es: EXHAUSTA.
Y es que, con tal de mantener la vida que llevabas con tu primer@, uno lo da todo y más, porque no quieres que sienta más cambios en su vida…de ser el único, a ser herman@ mayor. Porque el otro estado constante de mamá de dos: LA CULPA.
La culpa de que con tu primer@ no haces exactamente lo mismo que hacías antes, que entre las hormonas, el mal dormir, los nuevos sentimientos aún desajustados, el humor no siempre es el mejor, al principio tienes la cuarentena encima…y luego viene la culpa con el segund@. La culpa de que no vives con ell@ exactamente a full lo mismo que viviste con el primer@.
Y bueno, eso es poco, la lista es infinita…pero no te preocupes, un día termina.
Si, el día que menos te lo imaginas, serás testigo de una magia tan increíble que ni el polvo mágico de tinker bell tiene comparación. Chispas, carcajadas, arcoiris, estrellas, no se, indescriptible, inigualable, irrepetible. Y vives algo que no viviste con tu primer@, y tu segundo vive algo que nunca vivió tu primer@, LA MAGIA DEL HERMANO MAYOR.
La primera carcajada de Elias, (y casi las únicas) la más grande emoción, su mayor grado de exaltación de felicidad, es exclusivamente con su hermana y por su hermana. Ver a su hermana hablar, reír, jugar…y que su hermana se voltee a verlo a él, PUM. ¡RAIN-PLOSION sonica de rainbow dash!
Y así, siendo testigo de la exclusiva magia que existe entre dos hermanos, se acaban las culpas y empiezan las gracias. ¡Gracias a Dios por poderle dar el mejor regalo del mundo a los hij@s, UN@ HERMAN@!
Con esas gracias viene un sentimiento de responsabilidad, para enseñarles a mantener esa magia viva por siempre.
Por cierto…¿se acuerdan que uno valora más a sus papás cuando te conviertes en uno? bueno, pueeees si…uno valora y atesora más a sus herman@s cuando ves la magia que hay entre los tuyos.